A un mes del verano esa esperanza de las vacaciones, un viaje o una oferta turística parecería que comienza a desdibujarse. La demanda está lista y a la espera de información concreta. Mientras, la falta de decisión política potenciada por la ineficiencia del estado para definir un plan serio de reactivación del turismo a nivel nacional, pone en serio riesgo a la oferta y la posibilidad de una recuperación económica parcial, pero imprescindible, para una enorme porción de la población que vive casi exclusivamente del turismo.
Claramente la Argentina no podría darse el lujo de perder otra temporada. Sería el colapso para miles de pymes, trabajadores y empresas de servicios del sector que representan nada más que un cuarto del PBI del país.
El lanzamiento del plan Previaje parece ser una solución inteligente y muy alentadora, pero se frustra por la falta de un plan coordinado desde el estado nacional que regule y establezca claramente los mecanismos necesarios de seguridad sanitaria en todos los destinos.
Provincias cerradas, falta de conectividad y municipios con restricciones extremas son claros ejemplos de la anarquía imperante que atenta contra las impostergables vacaciones de verano. Hay que destacar que el esfuerzo por mantener viva a la industria del turismo por parte del estado ha sido muy importante, pero también es cierto que está agotado. La única alternativa es el paso inmediato a una nueva etapa de apertura segura y responsable en toda la Argentina.