El auge frutillero no se detiene. En 2022, el departamento Confluencia concentraba cerca de 81 hectáreas plantadas; hoy esa cifra fue ampliamente superada. La expansión responde a un movimiento de pequeños productores que, tras años de experiencia como trabajadores rurales, decidieron emprender sus propios cultivos con acompañamiento técnico y financiamiento.
Las condiciones agroecológicas de Plottier juegan a favor. La combinación de suelos arenosos, agua de excelente calidad y una amplitud térmica marcada crea un entorno ideal para el desarrollo de frutillas dulces, de gran tamaño y excelente calidad postcosecha. Estas características permiten que el producto local sea altamente competitivo dentro y fuera de la región.
Entre las variedades más cultivadas destacan Albion, San Andreas y Monterrey, todas del tipo día neutro, adaptadas a los ciclos productivos de la zona. Estas cepas garantizan una producción constante y rendimientos óptimos durante toda la temporada.
La frutilla se ha convertido en una alternativa rentable. Con una inversión inicial estimada en US$ 20.000 por hectárea, los productores alcanzan en promedio 22.000 kilos por temporada, lo que convierte a la actividad en una fuente de ingresos atractiva y de rápida inserción para las familias rurales.
Actualmente, la producción de Plottier supera las 290 toneladas anuales, abasteciendo los mercados de Bariloche, Río Grande, El Calafate, Comodoro Rivadavia y Mendoza. Este circuito de comercialización refleja el crecimiento de una cadena de valor regional que logró trascender las fronteras provinciales.
El impulso público también ha sido determinante. Desde el Ministerio de Economía, Producción e Industria y el Centro PyME-Adeneu, se promueven líneas de financiamiento específicas para la compra de plantines, fertilizantes, cintas de riego y equipamiento, además de capacitaciones técnicas orientadas a la mejora continua.
El acompañamiento institucional se complementa con políticas de diversificación productiva. El objetivo es sumar nuevos cultivos, como frambuesa y mora, que permitan ampliar la matriz frutícola de la zona y sostener la rentabilidad durante todo el año.
Este proceso de crecimiento, sostenido en la cooperación entre productores, técnicos y organismos provinciales, ha consolidado una red de trabajo que combina tradición y modernización. La incorporación de tecnología en los sistemas de riego, el uso eficiente del agua y la mejora en los procesos de empaque han elevado el estándar de calidad de la producción local.
El fenómeno frutillero de Plottier no solo representa un caso de éxito agroindustrial, sino también una muestra de cómo el conocimiento acumulado y el esfuerzo familiar pueden transformarse en motor de desarrollo regional.
En el plano social, la actividad ha generado nuevas oportunidades laborales y fortalecido el arraigo rural, con jóvenes que eligen permanecer en la zona para continuar la tradición productiva iniciada por sus padres.
El modelo de Plottier también despierta interés en otras localidades del Alto Valle, donde se observan iniciativas incipientes que buscan replicar su esquema de producción intensiva y asociativismo.
De esta manera, la ciudad neuquina no solo se consolida como el polo frutillero más importante de la Patagonia, sino también como un ejemplo de articulación público-privada, de innovación productiva y de desarrollo local basado en el trabajo, la capacitación y la calidad de su tierra.
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