No tiene la voz cansada como muchos imaginan de quienes “trabajan la tierra”, al contrario, se le nota ese orgullo no solo por la familia que forjó, sino por sus ganas de seguir emprendiendo. Respetando el medioambiente, buscan con la Casa de Té que la experiencia del turista sea aún más agradable.
“Los García” son cinco, Agustín de 25 años que sigue aprendiendo las cuestiones de la chacra, Maitén de 23 que se encarga entre otras cosas del reparto, y Felipe con 20 que está en la atención al público. Marcelo, ahora está en la administración y ventas, es el otro pilar fundamental de esta pyme familiar.
Producen y comercializan frutas finas tales como frambuesas, frutillas, cerezas, moras, además de otros productos como mermeladas, jugos para diluir, pastelería artesanal, y “este año vamos por las aromáticas comestibles”, revela ella.
En 2019, su Casa de Té y de sabores, revalidó su certificación del sello de gastronomía neuquina, es que las exquisiteces y otras producciones de este establecimiento gastronómico ya venían desarrollándose en un punto de calidad. Y con ese marco, que también se ubica al ingreso del local, le significan y estampan una relevancia a nivel provincial.
No muchos saben que fueron seleccionados allá por el año 1995 desde la provincia para encarar un “proyecto joven”, que el mismísimo Felipe Sapag había impulsado para aquellos “corajudos” que quisieran comprar, sembrar y cosechar en diferentes parcelas de tierra neuquina, algo olvidada para estos sectores.
Fue así que –embarazada de Maitén- obtuvieron un crédito (lo pagaron al segundo año), allí se hicieron una pequeña casa, empezaron con tomates y otras hortalizas pero en el 2001 decidieron por estrategia comercial y “parte importante del aprendizaje constante”, acota, dedicarse a pleno a la fruta fina. Hoy ya venden a través de una completa tienda en internet.
Mientras amplían su cartera de clientes de frutas finas, “porque al congelarlas las podemos ofrecer todo el año, esto es una variante al frío invernal que se sufre en los tiempos de la producción”, pero representa un fortalecimiento para con sus pares productores y que les permite expandir zonas de alcance.
Hacen foco en el turismo local pero principalmente en los grandes hoteles, propietarios de cabañas en la cordillera, otros restaurantes locales, por mencionar algunos.
Cuando mira el desenvolvimiento de sus hijos, primero nota el progreso en ellos, pero luego indica reconfortada que “terminaron la escuela y se pusieron a trabajar con nosotros, se capacitan en el Centro Pyme, con ACIPAN y en la muni de Plottier, pero la mayor herramienta la tienen con nosotros”.
Al respetar el medioambiente, como otra primer premisa cuando hay movimientos en la tierra dentro de su hectárea y media, explica que “tratamos de impactar lo menos posible, incluso hacemos el control de plagas con vinagre de manzana”.
Sin ánimo de expandirse en cuanto al terreno, dice que “es difícil encontrar mano de obra, entre todos los productores nos damos una mano, por eso digo que le dimos una identidad a Plottier que antes no tenía”, y añade que “no se pueden alquilar parcelas, ya no quedan”.
Y deja otro dato positivo: “estamos cuartos en producción de fruta fina de toda la Argentina, según el INTA y el puesto de capacitación de Plottier”. En el futuro también apuntará por “afianzar el vínculo que tenemos entre los productores, si juntos nos trajo hasta acá, debemos seguir fortaleciendo este espacio”.
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