Dinolfo es un ejemplo de comercio argentino que ha sobrevivido, a lo largo de más de cincuenta años, a los cambios del contexto macroeconómico del país y a las transiciones generacionales propias de las empresas de origen familiar.
De un importante movimiento migratorio formó parte Angel Dinolfo, un zapatero arribado en 1949 a Neuquén que había viajado solo dejando en Sicilia a su esposa, Carmela Lombardo, y sus seis hijos. Llegó directamente de Buenos Aires a Neuquén, dado que ya vivía desde hacía varios años en esta ciudad su cuñado, Salvador Lombardo, en cuya casa se hospedó durante varios meses.
A lo largo de ese período trabajó como empleado zapatero del Sr. Alfredo Mena, ubicado en calle Rivadavia 125 y allí se dedicó exclusivamente a la reparación y fabricación de calzados a medida, comunes y ortopédicos.
En el año 1951 comenzó a trabajar en forma independiente en su taller de calzados. En compañía de sus dos hijos mayores Francisco y Josefina, recién llegados de su tierra natal, centró su actividad fundamentalmente en la fabricación de calzados ortopédicos.
En el año 1954 trasladó el taller a la zona del bajo, alquilando al Sr. Juan Costa un local comercial en calle Río Negro 255. Francisco comenzó a trabajar con él en su taller, atendiendo una cada vez mayor demanda de trabajo.
Domingo Dinolfo, hijo del fundador, comentó que su padre inició en la calle Río Negro con un almacén de suelas y zapatería: “Luego lo fuimos llevando hasta la tapicería y cortinería. Mi padre fue uno de los primeros en la ciudad que empezó con este rubro que luego cambiamos a este nuevo”.
En el año 1962, y como fruto de un gran esfuerzo, pudo comprar la propiedad que estaba frente a su local, en calle Río Negro 252. Allí pudo armar su taller y venta de calzados, que se transformó en un local muy recordado por todos los neuquinos.
Así pasaron los años, el taller de calzados se fue convirtiendo en Almacén de Suelas y afines, venta de artículos en general para zapateros.
En el año 1967 Don Angel Dinolfo comenzó a transitar una enfermedad irreversible y el 2 de enero de 1970 falleció, dejando su legado de cumplimiento, honradez, y gran trabajador. Dado que los integrantes de la familia eran todos italianos, se comenzó un largo trámite de sucesión que tuvo su final en el año 1973, cuando la familia vende por escritura pública el fondo de comercio con su activo y pasivo al menor de los hermanos: Domingo Dinolfo.
Así se inaugura una nueva etapa comercial, en el mismo lugar, ampliando el rubro existente con artículos de tapicería.
En el año 1977, Domingo Dinolfo adquiere una propiedad en la calle Perito Moreno 221 de Neuquén, con dos locales al frente y una pieza atrás alquilados por su anterior dueño. En 1978 y una vez desocupada la propiedad, se procedió a unificar los locales y trasladar el negocio de calle Rio Negro a Perito Moreno 221.
En el año 1986 se pone en marcha la edificación del nuevo y actual local de calle Perito Moreno 221, que fue inaugurado en el mes de abril de 1987. Durante los nueve meses que llevó dicha obra el negocio se trasladó a tres locales de la Galería Paseo del Sol, sobre calle Río Negro. Es dable destacar que el objetivo de finalizar la obra del local representó un gran esfuerzo durante este período, ya que transcurrió en un contexto macroeconómico desfavorable, signado por crisis económicas recurrentes y por un clima de permanente inestabilidad. La aceleración de la inflación que se dio durante los años 80 afectaba seriamente el desarrollo de la economía nacional (Plan Austral, aumento constante de los materiales), situación que asistió apenas unos años más tarde a un estallido hiperinflacionario.
La industria del calzado, a su vez, también experimentó transformaciones durante esta época. Las estrategias comerciales se fueron adaptando a las nuevas circunstancias. La primera y más importante línea de representación del comercio ya no sería la única. A partir de ese tiempo el comercio se diversifica a nuevos rubros reforzando el de tapicería e integrando cortinería, con menor énfasis en aquel primer rubro. Estas arriesgadas decisiones sustentaron un fuerte crecimiento que permitió que el comercio se ampliará en forma progresiva.
Con la incorporación al negocio en el año 2005 de la hija menor, Lucía Dinolfo, se refuerza esta visión del negocio permitiendo sumar nuevas líneas de venta y reforzar al sector cortinería a través de la confección y servicio de colocación de cortinas a domicilio, tanto en Neuquén capital como en zonas aledañas.
“Es un orgullo y una responsabilidad continuar este legado con mucho amor. Tiene un peso particular porque uno acarrea una historia y es muy lindo”, agregó Lucía, nieta del fundador.
La mujer contó que hace 17 años que trabaja en el local fundado por su abuelo y que allí los empleados y clientes la vieron nacer y “hasta terminar la facultad. Es muy gratificante compartirlo todos los días con la familia y proyectar el local para que continúe y no se detenga”, cerró.
Así es como actualmente, la empresa cuenta con un personal compuesto por 10 empleados que constituyen una parte muy importante de su capital, y cuyo desempeño colabora en posicionar a la empresa como referente en servicio de atención al cliente.
Dinolfo celebra setenta años de existencia, y el crecimiento sostenido avanza a la par de los logros alcanzados. Prima en toda la trayectoria y espíritu de la empresa el legado de Don Angel Dinolfo, a través de los valores de: cumplimiento, perseverancia, respeto a la clientela y honradez en el accionar.
Gerardo Gutiérrez, titular de la Unidad de Coordinación de Promoción de Actividades Públicas y Relaciones Institucionales, destacó que este es el comercio 46 que participa de este homenaje.
Particularmente, Dinolfo tiene 71 años de funcionamiento con “una trayectoria intachable. Es un orgullo hacer este reconocimiento porque es una de las tantas familias que apostó a Neuquén en su momento y que contribuyen al crecimiento y desarrollo de la ciudad”, señaló Gutiérrez.
El funcionario recordó que el homenaje a los comercios que tienen más de 50 años de funcionamiento es una iniciativa del intendente Gaido, que también se concretó a través de una ordenanza, y que busca agradecer a aquellos pioneros de la ciudad por su esfuerzo.
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