La nueva instalación contará con un laboratorio propio y un centro de formación. Su objetivo es estandarizar la producción de alimentos y servicios en sitios remotos, además de optimizar la logística y fortalecer la capacitación del personal destinado a operaciones en Vaca Muerta y otros proyectos energéticos y mineros del país.
Según explicó el gerente de operaciones de sitios remotos, Walter Ardisone, la empresa está preparada para duplicar o incluso triplicar su capacidad de servicios en Vaca Muerta, y al mismo tiempo expandirse hacia nuevas áreas vinculadas a petróleo, gas y minería.
La planta fue diseñada para producir aproximadamente 2.000 viandas diarias y tendrá la capacidad de soportar hasta 3.500 servicios bajo el sistema Cook and Chill, lo que representa un salto en escala y eficiencia operativa para atender a la creciente demanda de la industria.
Uno de los principales desafíos logísticos señalados por la compañía es garantizar un stock mínimo de 30 días, con compras planificadas con al menos tres meses de anticipación. Esto se debe a que el esquema de provisión puede implicar traslados de hasta 2.000 km por ruta, lo que exige una coordinación precisa.
Ardisone destacó que, para el Grupo L, es fundamental “transformarse primero en una empresa local antes de ganar contratos”. Esta visión implica generar arraigo en las comunidades donde opera, comprometerse con el desarrollo regional y trabajar con proveedores locales en el largo plazo.
Un ejemplo de este enfoque se da en la provincia de Catamarca, donde la compañía compra cebolla a productores locales y luego la distribuye en toda su red operativa. Con este modelo, busca fortalecer economías regionales y promover un esquema de triple impacto: económico, social y ambiental.
La decisión de instalarse en Centenario responde al crecimiento sostenido de Vaca Muerta y a la necesidad de contar con una base operativa cercana que permita atender los requerimientos de las empresas del sector energético.
El proyecto también apunta a mejorar los estándares de calidad en la provisión de servicios asociados a las operaciones hidrocarburíferas, un área que exige eficiencia, seguridad y previsibilidad.
La incorporación de un centro de formación permitirá capacitar al personal en nuevas técnicas y protocolos, elevando la profesionalización de los recursos humanos que se desempeñan en condiciones de alta exigencia.
Además, el laboratorio propio permitirá avanzar en controles de calidad y en procesos de innovación aplicados a la producción alimentaria y logística, fortaleciendo la autonomía de la compañía en un sector altamente competitivo.
Con esta inversión, Grupo L busca posicionarse no solo como un proveedor de servicios, sino como un socio estratégico para las grandes compañías que operan en Vaca Muerta y en los principales proyectos mineros del país.
La apuesta refleja la intención de acompañar el crecimiento de la industria energética argentina con una propuesta que combina desarrollo local, innovación y compromiso con la sustentabilidad.
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