Actualmente, entre las provincias de Río Negro y Neuquén suman unas 2.850 hectáreas en producción. El nogal es el principal cultivo plantado: su producción se localiza en el Valle Inferior de río Negro con unas 750 hectáreas plantadas, seguidas por el Valle Medio y el Alto Valle del río Negro, con 500 y 350 hectáreas respectivamente. Además, en los valles neuquinos se cultivan unas 310 hectáreas. Desde INTA Valle Inferior estiman que de 2010 a la fecha la producción en la región creció un 51,8%.
La variedad más cultivada es la Chandler, que garantiza excelente rendimiento (entre los 4.000 y 5.000 kilos por hectárea) y calidad de fruto, aunque presenta algunos condicionantes ante la ocurrencia de heladas tardías y pérdidas productivas por bacteriosis y carpocapsae.
El destino principal de las nueces es el consumo interno y, en menor medida, el mercado externo. Darío Martín, especialista en frutos secos del INTA Valle Inferior, señaló que en los últimos años surgieron nuevos productores y empresas “que incursionaron en diferentes mercados internacionales, y hasta se concretaron exportaciones conjuntas entre productores de los diferentes valles”.
No obstante, el especialista recalcó que el mercado interno “no deja de ser atractivo, sobre todo porque en los últimos años hubo una mayor demanda debido al aumento del consumo y a una mayor preferencia por la producción local”. En ese punto se puede destacar el caso de las avellanas nacionales, de mayor tamaño que las importadas de origen turco o español.
El destino principal de las nueces es el consumo interno y, en menor medida, el mercado externo. El segundo cultivo que más creció es el almendro: hoy ocupa unas 250 hectáreas que, si bien todavía representan un número menor en volumen, dan cuenta de un aumento mayor al 400% durante la última década. Las plantaciones de almendro están localizadas en las zonas del Alto Valle del río Negro y Neuquén con 145 y 105 hectáreas respectivamente. La variedad más plantada es la Guara, que se caracteriza por su floración tardía, aunque las nuevas plantaciones están constituidas por nuevas variedades de floración extra tardías como la Marinada, que es una de la más utilizadas.
En el caso del avellano, el incremento de la zona cultivada alcanzó un 29% con 690 hectáreas que en su mayoría se localizan en el Valle Inferior, lo que la convierte en la principal zona productora de avellanas del país. La variedad más cultivada es la Tonda di Giffoni, que cuenta con muy buenos atributos para la industria, y la segunda es la variedad Barcelona cuyo fruto es más apto para el consumo de mesa. Las avellanas se destinan principalmente a la exportación a través de la empresa Ferrero Corilicola, la cual compra y exporta la producción propia y de terceros.
Entre las provincias de Río Negro y Neuquén suman unas 2850 hectáreas en producción
El impulso que recibió el sector en los últimos años también se entiende a la luz de la creación del Clúster de Frutos Secos, que funciona como un entramado institucional y productivo con entidades públicas y privadas de ambas provincias. Entre ellas se encuentran organizaciones de productores de los diferentes valles (Alto, Medio e Inferior) pero también las Universidades de Rio Negro y Comahue, el INTA, el Centro PyME ADENEU de Neuquén y el Ministerio de Producción de Río Negro, entre otros.
“La conformación del clúster facilitó la concreción de proyectos en áreas (...) de producción, formación de recursos humanos, mercados, acondicionamiento y transformación, lo que permitió el posicionamiento de la región como proveedora de frutos secos”, detalló Martín.
Nuevas variedades en camino
Recientemente, el INTA Valle Inferior implantó tres variedades de almendros extra tardíos para ser evaluados en las condiciones agroclimáticas de la región. Los especialistas aseguran que uno de los aspectos a tener en cuenta es “el impacto que tienen las heladas primaverales en el cultivo de almendro, que pueden representar cuantiosas pérdidas productivas”.
“Es pertinente la utilización de sistemas activos de control de heladas y una elección de variedades de floración extra tardías, porque minimizan el riesgo de pérdidas productivas e implican una menor cantidad de defensas por temporada”, señala Darío Martín.