Sus primeros comienzos profesionales están conectados con las relaciones públicas, se recibió en la Universidad de Palermo (medalla de honor por su alto promedio), pero su gusto por la estética la metió de lleno en el diseño gráfico. Trabajó para JanSport Argentina, esa marca estadounidense dedicada a la fabricación de mochilas, bolsos y productos escolares, “de los grandes”. “Empecé creando exhibidores para los diferentes locales que vendían esta marca, también trabajé sus catálogos”, comenta primero.
Entre otros momentos laborales Piazzoni recuerda su paso por la bodega Muñoz de Toro y, en la capital neuquina, en esa esquina de Alberdi y Córdoba, para el local Tío Yoyo, comenzó a dejar su impronta en su ciudad natal. “Para éste local se pensó en un circo, lograr que el exterior y su interior tuvieran esa esencia, también en la papelería”, explica.
Piazzoni todavía no residía en Neuquén de manera estable, y como pasa con las oportunidades laborales de la vida (y un tema familiar), llegó un contacto del sector público que la sumó al staff de comunicación e imagen del gobierno provincial, estrictamente con dedicación “full time”. Asumió esa responsabilidad y sus días comenzaron a cargarse de desarrollos de piezas gráficas, coordinando también diferentes acciones en materia de diseño que el gobierno neuquino ejecutaba años atrás. Así pasaron los años, las campañas políticas, y el sueño de independizarse, de a poco comenzaba a rondar en su mente.
En sus mínimos tiempos libres empezó a relacionarse con los propietarios de diferentes locales gastronómicos de la ciudad, “este sector me encanta”, remarca, “veía que necesitaban mostrar sus cartas renovadas y con un diseño de calidad”, y fue así que trabajó para Benjamina (que cambió a Benjamín cuando se mudó al Paseo de la Costa; generó ese cambio de marca también) Margot, Júbilo, entre otros.
Así empezó a recibir recomendaciones y los tiempos públicos dejaron de ser tales, antes de terminar sus días en el Estado llegó el punto de inflexión en su corta carrera profesional: Casa Juez. “Cuando vi ese lugar, todo lo que representaba, me propuse generar extensos murales destacando protagonistas, figuras e iconos que podían significar recuerdos de los viajes que realizó el juez”, explica.
Fue un trabajo de seis meses, incluido el reciclado del espacio físico, mirando y ajustando las comodidades de todos los ambientes, “cómo no conseguía proveedor de esos empapelados, los diseñé yo, y luego pedí cotizaciones para ver dónde los iba a imprimir porque eran realmente impactantes y de considerables tamaños”.
La imagen de Frida Kahlo, ese enorme planisferio con sellos postales, una Tara que representa un concepto asociado al budismo, y todo lo que estéticamente represente a ese espacio gastronómico, incluida la selección de las sillas, sillones, mesas, por citar solo algunas de las piezas intervinientes.
“Este trabajo me ayudó a percibir mejor la manera de ver mi profesión, yo digo que me ajustó más el ojo, lo que quiere decir que también me ayudó a pensar en independizarme y abrir mi propio estudio”, señala Piazzoni.
Su oficina es un precioso mural de flores, junto a esa ineludible combinación que provee la modernidad de dos computadoras y los muebles reciclados. A un lado se ve una paleta interminable de colores cuando se observa sobre una mesa ratona, es el “muestrario” de los variados diseños de sus empapelados que serán murales “de vanguardia” más grandes pero que ahora no son más que una hoja A3. Si bien parecen individuales (de esos que usamos para almorzar) no es así, son los claros ejemplos de cómo se pueden vestir diferentes ambientes y que a la vez, sea palpable la calidad de lo que pueda estar proyectando para ese cliente que la visita en el primer piso de la Galería Jardín.
Hoy Piazzoni goza de una actualidad laboral en pleno crecimiento, en su cartera de clientes figuran Cuore Di Panna, Albor, el Café del Museo de Bellas Artes, Coffee Market, Faena, Teté Pastelería, Fedorco Producciones (ambas en futura apertura), Grupo Cemic y la clínica oncohematológica Conciencia, que por su labor allí le significó una repercusión nacional ya que el matutino Clarín publicó una nota al respecto.
Ella se vende de una manera sencilla, dice que “mis diseños tienen que descollar”, y sonríe cómplice desde su escritorio junto a una de sus asistentes Sabrina. Además sus redes sociales tienen una propia “community manager” que postea sus últimos trabajos, contrató servicios contables, espera sumar a una nueva diseñadora gráfica para completar una jornada extensa en el estudio y, el horizonte, busca seguir elevando la figura de esta joven emprendedora neuquina.
“Viajo para inspirarme, lo hago seguido a Buenos Aires porque allí conversó directamente con mis proveedores y algunos importadores, visito muestras de arte”, siente que a las relaciones hay que consolidarlas, y para eso “despega” algunos días del estudio.
Se la percibe suelta, tranquila con sus proyecciones, resulta sincera su manera de decir las cosas, de mostrar todo lo que hizo y está realizando, pero lo que presume su tono “feliz” a la hora de hablar es sin dudas, “escuchar que alguien más pudo, ahora tengo seguridad y siento que puedo mostrarme más”.