El 90% de la energía está destinada al bombeo de agua que se utiliza en la fractura, desde el Río Neuquén hasta los pozos. Con un promedio de 30 días de duración en cada fractura, y unas diez al año, la implementación genera un ahorro de 100 mil dólares mensuales.
El beneficio más importante, sin embargo, está en la confiabilidad. En la medida que el abastecimiento eléctrico al sistema de bombeo de agua está ligado directamente con los tiempos de fractura de los pozos, el suministro propio asegura la disponibilidad en un 99,8% con solo cuatro horas anuales de interrupción.
“Desde 2017 hasta ahora, en un contexto económico inestable, fue una gran apuesta al crecimiento”, analizó Germán Rubio, Facilities Manager, sobre el compromiso de una inversión con una tasa de reintegro mayor que el promedio.
La utilización del gas tratado para la generación proveniente de la CPF, instalación de procesamiento que separa el gas de los hidrocarburos, le agrega un beneficio ambiental. A su vez, mejorará la eficiencia en la generación, reduciendo las emisiones en unas 9 Tn/anuales de CO2.
Unas 68 personas trabajaron involucradas directamente con el proyecto, que contó con el aporte de más de 15 empresas de fabricación nacional que supieron sortear dificultades en el suministro de materiales, desde cables hasta hormigón, a raíz de las restricciones del contexto.
En la iniciativa estuvieron involucradas las áreas de Abastecimiento, Logística, Mantenimiento, Producción, Operaciones de CPF, Operaciones de Water Transfer, SAS, Security y Facilidades. Una sinergia que se mostró siempre virtuosa.