La formación Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén, Patagonia Argentina, se desarrolla desde la superficie hasta los tres mil quinientos metros de profundidad. En Fortín de Piedra, una de las zonas donde Tecpetrol realiza sus operaciones, llega hasta los dos mil seiscientos metros. En el centro oeste neuquino, especialmente en la zona de Zapala y Chos Malal, la roca aflora a la superficie y se la puede observar y estudiar a simple vista. A esos increíbles paisajes de precordillera viajó un grupo de colaboradores de Tecpetrol en una actividad desarrollada por RRHH y VIED: conocer Vaca Muerta de primera mano.
El geólogo Carlos Arregui, profesor de la Universidad Nacional del Comahue y guía de la visita, se enorgullece: “En esta maravillosa cuenca neuquina tenemos la oportunidad de trabajar en un laboratorio natural. Todas las rocas que existen en el subsuelo están disponibles para ser observadas y estudiadas en la cordillera oeste de la provincia”.
Matías Brolli, Development Senior Manager CN&VM, agrega: “Estos viajes de campo nos permiten recorrer columnas, espesores, litologías análogas a las que tenemos en nuestros bloques y ver con los propios ojos un beef, por dar un ejemplo. Es el tercer viaje, y sumamos colegas de otras áreas, en este caso de Terminación y Perforación. Invitamos geólogos, reservoristas, ingenieros de distintos proyectos. El objetivo es que cada uno pueda llevarse algo del viaje de campo, por lo que en su desarrollo conviven discursos con distintos niveles de profundidad o especialización”.
Uno de los participantes, Martín Rodríguez Raising, Development Geologist Specialist, sintetiza: “Mi expectativa era repasar Vaca Muerta desde un punto de vista novedoso, detallado, con la perspectiva de un profesional como Carlos Arregui”.
“Una gran oportunidad para discusiones multidisciplinarias entre geólogos, perforadores, fracturadores y reservoristas, sobre los desafíos del subsuelo con los que lidian a diario. Por ejemplo, en qué medida cierto beef carbonático puede causar inconvenientes para propagar una fractura”, amplía Matías. Carlos agrega: “La industria es un ejemplo de trabajo en equipo, donde todos los elementos de una cadena tienen que conocer sobre la tarea de los demás para llegar a operaciones exitosas”.
En esa línea se expresa otra de las participantes, Brenda Fidda, Development Geologist Analyst. “Pudimos describir y analizar cortes de la roca. Observamos sus heterogeneidades, que luego se reflejan durante la perforación y terminación de los pozos. Fue una experiencia muy valiosa porque nos ayuda a interpretar los rasgos de la roca que solemos inferir con los registros indirectos que tenemos, como perfiles de pozo o sísmica”.
Matías no se olvida del aspecto humano de los encuentros: “Es una buena oportunidad para conocerse, para convivir durante tres días, establecer relaciones que seguramente van a favorecer el intercambio de ideas y de información”. Martín piensa en esa línea: “Viajamos con compañeros de otras cuencas, bloques y países. Me sirvió para interactuar con ellos, conocerlos, comentarles lo que hacemos y escucharlos”. Y Brenda también: “Fue muy positivo hablar con ingenieros de otras áreas, ya que analizamos aspectos que en una operación se pueden traducir en mejorar parámetros y enfoques”.
Tres días. Quince personas en el norte neuquino, con la ciudad de Chos Malal como epicentro. “No todas las cuencas productivas tienen la oportunidad de observar las rocas de forma directa y tomar conciencia de la magnitud de los elementos con los que trabajan día a día”, cierra Carlos. Tiene al grupo de viajeros y a la bella piedra del norte neuquino como testigos.