Hace 16 años, el seleccionado argentino de básquetbol comenzaba a forjar su leyenda de ‘Generación Dorada’ con un primer título en un Torneo de las Américas, que terminaría marcando un dominio en el Valle. Un salto de calidad para un núcleo de jugadores que venían creciendo desde el cuarto puesto en el Mundial Sub 22 de Australia 1997.
Tanto Emanuel Ginóbili, como Fabricio Oberto, Andrés Nocioni y Juan Ignacio Sánchez fueron algunos de los nombres que arrancaron en una selección que con el paso del tiempo obtuvo logros significativos como el subcampeonato mundial en 2002 y la medalla dorada en Atenas 2004.
En el 2001, un año complicado para el país, 'Manu', con apenas 24 años, ya era la figura y el jugador más desequilibrante del plantel. Piso tierra neuquina ya convertido en el mejor jugador europeo tras los tres títulos obtenidos en la temporada con el Kinder Bologna. El equipo dirigido por Rubén Magnano, a principios de agosto, se instaló en un hotel céntrico donde los jugadores tuvieron que empezar a lidiar con su creciente popularidad. Llegaban a Neuquén con la obligación de ratificar ante su público la chapa de máximo favorito.
Tras vencer sucesivamente a Uruguay, a Estados Unidos (que ‘ninguneó’ el torneo al presentar un equipo universitario y finalizar último), a Venezuela y Brasil, los triunfos de la segunda fase fueron ante Islas Vírgenes, Canadá, Puerto Rico y Panamá. Argentina se consagró campeón de manera invicta.
Pese a la derrota frente a Estados Unidos el pasado miércoles, el seleccionado argentino se despidió con la frente en alto de los Juegos Olímpicos de Río 2016 dejando una marca imborrable en el básquet argentino. El fin de una generación llena de valores y gloria.
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