Las cabañas llevan un nombre que refleja su ubicación estratégica: están situadas literalmente al borde de la ruta, lo que permite un acceso directo y sin complicaciones para quienes visitan la zona. “No tenés que meterte al barrio y buscarnos, simplemente vas por la ruta, hacés un acceso a la derecha y te bajás a las cabañas”, explica con entusiasmo Fabrizio Verdinelli, impulsor del proyecto.
Lo que hoy es una propuesta consolidada comenzó como una iniciativa familiar impulsada por el afecto y el deseo de compartir el lugar con otros. “El proyecto surge porque mis padres, hace unos años, adquirieron esta chacra como espacio de fin de semana. Con el tiempo volví al pueblo con ideas nuevas y nos preguntamos: ‘¿Y si recibimos gente? ¿Y si les damos de comer?’”, recuerda Fabrizio.
El entusiasmo inicial se transformó en un emprendimiento con el respaldo de toda la familia. En especial, los abuelos de Fabrizio jugaron un papel fundamental tanto en el apoyo emocional como económico. “El proyecto tiene una gran carga de la ayuda que realizaron mis abuelos, por apostar al proyecto y vernos tan entusiasmados, con tantas ideas y ganas de trabajar”, destacó.
Uno de los principales atractivos del complejo es el entorno natural donde se encuentra. Enclavado al pie de la majestuosa Cordillera del Viento, ofrece vistas panorámicas al Domuyo y al Tromen. “Estamos en un cuadrado en medio de la Patagonia Norte, realmente es un privilegio el sitio donde nos encontramos”, afirma Fabrizio. Senderos, caminatas y paisajes imponentes completan la experiencia.
La habilitación formal del complejo por parte del Ministerio de Turismo marca un hito para el paraje. Esta incorporación no solo implica más camas disponibles para el turismo, sino también nuevas oportunidades de empleo y crecimiento económico local. Es, en definitiva, un paso adelante hacia la diversificación productiva de la zona.
Para Fabrizio, la habilitación es una herramienta clave que permite articularse con otras actividades turísticas de la región. “Podemos ser un nexo buenísimo para el trabajo de los guías de pesca o de montaña. A nosotros, la realidad es que nos viene espectacular poner en movimiento nuestros servicios”, asegura.
Con las cabañas ya integradas en los paquetes turísticos de la región, el proyecto se expande. Actualmente están trabajando en un comedor que ofrecerá una propuesta gastronómica local, con platos de autor inspirados en la identidad del lugar. Para ello, el equipo se capacita en Chos Malal en manipulación e higiene de alimentos.
La cocina también suma al enfoque comunitario del emprendimiento. Un vecino del paraje y su hijo son los encargados de desarrollar el menú, aportando saberes tradicionales y sabores característicos del territorio. “Queremos una gastronomía auténtica, que tenga raíz”, señala Fabrizio.
Ese espíritu de colaboración atraviesa todo el proyecto. “Para un desayuno rico, ofrecemos huevos de la vecina. Los quesos son caseros, de vaca, hechos por otra vecina. Lo vemos como un desarrollo conjunto, donde el lugar empieza a generar un impacto beneficioso en toda la comunidad”, destaca con entusiasmo.
Los resultados ya comienzan a evidenciarse. “Este año volvieron dos grupos de Santa Fe y Rosario que habían venido con guías. Volvieron por su cuenta porque les encantó. Ahí es cuando se cierra el círculo. Ver que la gente vuelve, motiva un montón”, celebra Fabrizio.
Hablar de turismo en parajes como El Alamito no es habitual, pero cada vez más frecuente. “El turismo no se da solamente en las grandes ciudades, sino que también se está expandiendo en los parajes pequeños, y eso está buenísimo”, reflexiona Fabrizio, convencido del potencial de su comunidad.
Con una propuesta que combina paisaje, comunidad y desarrollo sostenible, el complejo “Ruta 43” es un ejemplo de cómo el turismo puede ser una herramienta de transformación en los rincones más recónditos de la provincia, sin perder la esencia ni la identidad del lugar.
El Alamito apuesta al turismo rural con el complejo “Ruta 43”
A tan solo 18 kilómetros de Chos Malal, sobre la Ruta Provincial 43, un pequeño paraje del norte neuquino comienza a escribir una nueva página en su historia. Se trata de El Alamito, una comunidad rural que, gracias al empuje de una familia y el acompañamiento del Ministerio de Turismo, hoy suma 16 plazas oficialmente habilitadas en el flamante complejo turístico “Ruta 43”.
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