Conversamos con este empresario nacido en Viedma (Río Negro), quien luego de finalizar sus estudios de administración de empresas en Bahía Blanca, más una especialización en gestión de gastronomía en Barcelona, retornó al país y recaló en la Capital Federal, epicentro comercial de este emprendimiento que se mueve en más de 70 bares y otras ciudades importantes del país.
El estilo definido por Méndez para Griffin es “seca y fuerte”, de allí dry, es un tipo de sidra inglesa que logró perfeccionarse con los años. Todo comenzó en San Telmo cuando un inglés de cultura amplia, dueño del bar Gibraltar, le consultó si podía proveerle de esta especial bebida (en porrones) y sumarla a los pedidos de cerveza artesanal Gülmen (elaborada por sus primos de Viedma) que Méndez ya comercializaba.
“Él pensó en poder encontrar un poco de su vida anterior en ese bar”, nos dice Méndez, es que allí confluían turistas extranjeros y otros habitués que por sus vivencias en otros países, había algo recurrente en sus pensamientos y que obviamente tenía que ver con tener sidra “tirada” en su local.
Y desde allí, sumado a todo su “expertise” por venir de familia de comerciantes, comenzó por organizar junto a una cooperativa sidrera de Cipolletti, el poder tener a granel este líquido “tradicional” para transformarlo en algo más sofisticado. “No quería ni la sidra dulce ni la champanizada, tampoco la sidra asturiana, sino la búsqueda pasaba por tener un producto de sidra seca que se tirara por canilla”, explicó.
Y así las tres “patas” comenzaron a funcionar (probaron cierto tiempo y hoy tienen cerca de 14 años de vida). La cooperativa produce los caldos, tiene un único socio que aporta personal de su fábrica de productos alimentarios y él, netamente dedicado a la comercialización de Griffin, entre otras tareas. Son un equipo de 5 personas en franco crecimiento.
“Hay que seguir educando al público de bares, decirles que también la sidra se puede tomar fuera de la época de fiestas, en un vaso de pinta y tirada desde una canilla”, razona. La marca se conoce, sobre todo entre sus pares, y para ese público que ya está en el tema aunque su presencia sea relevante, queda un extenso tramo más de conocimiento en el cual está abocado.
De sus comienzos recuerda que “sin redes sociales, sin smartphones, años atrás la vida pasaba por ideas creativas, era escuchar vivencias de ese grupo de personas que traían experiencias realmente diversas”. “Ese pedido en principio me pareció loquísimo, debíamos replicar un mínimo de costumbres de aquellos países”, y así fue que logró recrear en un ambiente de bar esos momentos dándole un toque distendido.
Su público está en aquellas personas jóvenes que gustan de la innovación, la creatividad y la frescura que trae consigo la modernidad, seguidores de tendencias. Méndez cree que “todavía no está de moda como va a estar”, más allá de los conocidos avances del sector en términos de producción y calidad.
Hay sidra con arándanos, de sabor a frutilla, o bien de manzana, está la de pera, otra opción es con frutos rojos, sin gluten o con jengibre, también con cardamomo, “quienes más se animan a probar la sidra son todos aquellos que siempre desafían las estructuras”, remarca.
En una breve consideración nos explica que “nuestro país ha crecido en el mercado de los vinos de manera educada, acompañada, todo se ha realizado para que el consumidor no solo disfrute de esa bebida sino que además incorpore conocimientos, poder instruirse y comprometerse con lo que está tomando. Lo mismo pero en un lapso más largo lo está viviendo la cerveza artesanal, y con la sidra aún estamos esperando ese despegue pero no dejamos de sentir que hoy ya tenemos muy buenos productos”.
“Debemos decirle al público que hoy la sidra tiene variadas posibilidades en sabores y calidades, en esa dirección debemos comprometernos”, enfatiza y agrega que su último producto es saborizado y se llama sidra Griffin Wood, con pulpa natural y licor de cassis y sauco, llega con notas de esos frutos rojos pero no deja de ser una sidra seca.
Con las latas –que llegaron hace unos tres años- fortalecieron su premisa de innovar. Fue la primera en Argentina y esta idea simpática fue catalogada como de ruptura. Quieren llegar a los 10.000 litros de producción mensual constantes (considerable cifra para el mes de enero), triplicando así su alcance mensual debido al inicio de temporada.
En el futuro ve “consumidores más instruidos y curiosos, y acá hablo de ese porcentaje de la sociedad que trae consigo la inquietud por conocer nuevos productos”, finaliza.