De los elaboradores con los cuales IN Neuquén conversó (y que hemos publicado días anteriores), se nota en cada charla sus conocimientos en el manejo del riego, cuestiones que hacen a la madurez de la semilla y de grado alcohólico.
Todos ellos se han capacitado en aspectos fisicoquímicos y sensoriales en vinos tintos, correcciones, empleo de la madera y uso de envases de vidrio en la industria, además su presentación y estrategias en cuanto a la comercialización en el mercado interno.
Butrón comenta que “la tarea diaria se hace en torno a las 2 has y media que tenemos en la zona del Parque Industrial de Senillosa”, ella ayuda a su marido en el quehacer cotidiano de la elaboración de los vinos artesanales, “no es nada fácil y más cuando se tiene viñedo propio”.
Comenzaron como todos los demás, buscando su perfil emprendedor, hoy ya tienen un análisis de sus clientes, proveedores y mercados, uso de redes sociales y trabajo colaborativo. Estos “productores-elaboradores” trabajan a conciencia y han conseguido mejoras en calidad, infraestructura y ventas.
Particularmente en “Las cuatro maravillas” los varietales son malbec, syrah (la uva con la cual comenzaron el sueño de elaborar vinos) y cabernet Sauvignon, “en este momento hemos elaborado unos 5.500 litros, y lo máximo que hemos logrado fue en el año 2015 cuando llegamos a unos 8.000 litros”, nos explica.
Y agrega no todo inició en ese año, “comenzamos con la venta de los vinos en el año 2011, pero fue en el 2002 cuando llegamos a Senillosa y comenzamos a plantar, al cabo de dos años, en el 2004, vimos crecer las primeras plantas”.
La decisión de comenzar este nuevo camino se dio en el mismo momento en el cual Blanca se jubilaba, y cuando su marido le manifestó esa idea que él tenía en mente, ella sintió una sensación especial, “me pareció hermoso, era una salida a mi jubilación y además enseguida se me ocurrió pensarlo como una actividad turística, generar visitas y paseos, pero resulta que luego de un tiempo me di cuenta que era como volver a criar un niño”.
Sobre esa figura, de la cual tiene tres lindas experiencias, ella nos indica que “los vinos necesitan sus cuidados, ya desde la plantación tenemos que estar allí, muy cerca, la buena conducción del viñedo hace que después tengamos en nuestros vinos otra calidad, otro sabor, mejores aromas”.
Ellos venían de otros rubros, sus actividades anteriores eran en una panadería, para él, y ella con la docencia, “lo mejor que nos pasó fueron todas las capacitaciones que encontramos en el Centro PyME, la provincia está aportando y mucho por el sector, además nos convocan siempre y atienden nuestras necesidades, están presentes para una mejor conducción del viñedo, en los momentos de la poda, siempre presentes en todas las etapas de la elaboración de los vinos”, nos dice segura.
“El trabajo que uno le dedica intensamente a la elaboración de un vino, pensando siempre desde la tarea en el viñedo, luego lo ve reflejado en todos los aspectos positivos que se obtienen”, aquí algo orgullosa, en sus manos tiene un varietal. Butrón razona que en la provincia de Neuquén no existe el problema de tener que combatir contra algunas plagas, “como si se padece en Mendoza”.
Desde el 2012, momento crucial, porque decidieron instalarse allí “pegados” a sus viñedos, como su nuevo hogar, “se hacía muy difícil viajar todos los días hasta allá, además no se puede darle toda la atención que necesita, por eso estamos cerquita”, como revelando algo personal.
Hoy, en esta etapa de comercialización junto a otros elaboradores locales que desde el Centro PyME han denominado como “Notas de Vino”, nuestra entrevistada indica que “si bien venimos trabajando y mucho para posicionar nuestro vino, y que fue una etapa complicada también, ahora esta unión nos va a fortalecer a todos”.
El nombre “Las cuatro maravillas” se debe a un emprendimiento familiar, “las tres estrellas menores son mis hijas, son las tres Marías y además ellas se llaman así, luego viene la estrella mayor, que vengo a ser yo”, menciona Blanca en tono risueño y más orgulloso aún, no solo por la actualidad profesional de su producción sino por el “detalle” que no olvidó su marido, Jorge Alberto Gelabert.