El nombre Patritti no es nuevo para quienes siguen el desarrollo del vino en la región. Fundada originalmente en 2003, la primera bodega de Rubén Patritti alcanzó una notable escala, con una producción de dos millones de litros anuales y más de 100 hectáreas de viñedos implantados. Sin embargo, la pandemia alteró el rumbo del proyecto.
En un contexto complejo, Patritti debió vender su emprendimiento al Grupo Peñaflor. Aun así, negoció conservar lo que para él era fundamental: la marca “Patritti” y las líneas de vinos que lo hicieron conocido en el país y el exterior. Ese gesto fue clave para dar paso a una nueva historia, con las raíces bien firmes.
Hoy, junto a los socios Sergio Paredes y José Pannunzio, Rubén lidera un proyecto de menor escala, pero con un enfoque claro en la calidad. La nueva bodega cuenta con 32 hectáreas —de las cuales seis ya están implantadas— y una capacidad de producción de hasta 200.000 litros anuales, con vinos de alta gama como principal bandera.
Las variedades elegidas para esta nueva etapa marcan una continuidad con el legado anterior. El Merlot, el Chardonnay y el Pinot Noir son los cepajes insignia. “Todos los vinos que elaboramos tienen más de 90 puntos. Pero mi objetivo es que el Merlot sea el mejor de Argentina”, sostiene Rubén con determinación.
La relación de Patritti con el vino no fue lineal. Su formación inicial fue como ingeniero en petróleo, y trabajó durante décadas en la industria del Oil & Gas. Sin embargo, su verdadero propósito se reveló cuando estudió en Mendoza y quedó fascinado por la vitivinicultura. A los 60 años, decidió dejar su carrera anterior para cumplir su sueño.
Ese sueño también está vinculado a una historia familiar que cruza océanos. “Un hermano de mi abuelo se fue a Australia con plantines de vid en 1930. Mi hija descubrió que allá hay otra bodega Patritti, fundada por ese mismo pariente. Planeo viajar a conocerla este verano”, contó emocionado el empresario.
El nuevo emprendimiento cuenta con respaldo institucional. El Centro PyME-Adeneu, organismo dependiente del Ministerio de Economía, Producción e Industria de la Provincia del Neuquén, brinda asistencia técnica y apoya la participación de la bodega en ferias internacionales como ProWein, además de rondas de negocios y misiones comerciales.
La apuesta de Rubén Patritti y sus socios no solo representa una nueva etapa personal, sino también un aporte concreto al desarrollo económico de la región. Con una mirada puesta en la exportación y el posicionamiento de la Patagonia como tierra de grandes vinos, el proyecto busca dejar una huella duradera.
Con una filosofía que prioriza la identidad, la calidad y el trabajo en equipo, Patritti se posiciona como un actor clave en la renovación de la vitivinicultura neuquina. Esta nueva etapa confirma que, aún después de los desafíos más duros, es posible volver a empezar.
San Patricio del Chañar, epicentro del desarrollo vitivinícola en la Patagonia, vuelve a ser testigo del impulso emprendedor de Rubén Patritti, quien supo convertir las dificultades en oportunidades. Con una bodega boutique y una visión renovada, su legado continúa con fuerza.
Así, Patritti renace con el mismo espíritu que lo vio crecer: pasión por el vino, respeto por la tierra y el firme propósito de seguir posicionando a la Patagonia en el mapa vitivinícola nacional e internacional.
Patritti: el renacer de una bodega con sello patagónico en San Patricio del Chañar
Rubén Patritti ha vuelto al lugar donde supo hacer historia. Esta vez, con una propuesta boutique que retoma la esencia de sus vinos reconocidos y se proyecta hacia el futuro con una nueva mirada. En San Patricio del Chañar, Neuquén, la bodega Patritti inicia una nueva etapa que combina experiencia, innovación y un fuerte compromiso con el crecimiento de la vitivinicultura en la Patagonia.