Hasta hace muy poco tiempo, los únicos productos de uso medicinal derivados del cannabis que podían conseguirse en nuestro país, elaborados bajo estándares de calidad confiables, se conseguían en el exterior y a precios inaccesibles para el gran público, a pesar de que desde la década de 1980 no paran de crecer tanto el volumen de evidencias clínicas sobre sus beneficios como el abanico de dolencias que es posible tratar con ellos.
Por eso, tanto los pacientes como los médicos y los financiadores del sistema de salud (obras sociales y servicios de medicina prepaga) estuvieron muchos años esperando una situación como la actual: Hoy, el cannabidiol –uno de los principales cannabinoides activos de Cannabis sativa, aprobado por las autoridades sanitarias en la Argentina y en el mundo para el tratamiento de epilepsias refractarias, pero prescripto por los médicos para muchas otras patologías, y sin los efectos psicoactivos de otros derivados de la planta, como el THC– se encuentra en las farmacias del país, elaborado con los máximos estándares de calidad farmacéutica y -un factor fundamental– a un precio accesible.
Cambios en el juego
En la Argentina, desde hace un año y medio, dejó de ser considerado “droga peligrosa” para pasar, sin solución de continuidad, a ser un cultivo alentado desde el Estado para cubrir necesidades sanitarias, pese a que existe una importante “grieta” entre los productos farmacéuticos y los de fabricación casera o artesanal . Médicos y pacientes –especialmente los niños que sufren crisis epilépticas graves y sus familias– identificaron en el cannabidiol a la principal herramienta para aliviar los padecimientos de la enfermedad, allí donde ningún otro tratamiento lograba mostrarse eficaz.
Por la probada eficacia del cannabidiol (CBD) para el tratamiento de las epilepsias refractarias –certificada por la agencia sanitaria estadounidense FDA en 2018, por la europea EMA en 2019 y más recientemente, en 2021, también por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT)–, las prepagas y obras sociales se vieron obligadas desde hace tiempo a cubrir los tratamientos en todos los pacientes que los necesitaran, pese a que para asegurar la calidad de los productos hubiera que importarlos desde el exterior, con costos superiores a los 500 dólares.
Por eso, la reciente aparición del CBD farmacéutico viene a cambiar las reglas de juego, tanto para los pacientes como para los prestadores. Y también para los médicos, que necesitan contar con un medicamento de calidad y extrema pureza.
Garantizar la calidad y el acceso
“La elaboración de productos a base de cannabis surgió en muchos casos con fines altruistas buscando solucionar el problema del acceso y la disponibilidad de tratamiento en necesidades clínicas poco satisfechas; pero eso no bastaba para garantizar la calidad, la homogeneidad o el control microbiológico”, explica el doctor Matías Deprati (M. N. 98130), director de Asuntos Médicos de Elea. “Por otro lado, de poco sirve tener un buen medicamento que después la gente no puede pagar, o que al sistema de salud se le hace muy difícil poder financiar, por eso creemos que este medicamento es realmente innovador en ese sentido, porque viene a resolver también ese aspecto”, acotó.
Deprati menciona como ejemplo un estudio realizado en la Universidad Nacional de Rosario sobre 473 muestras de aceites de cannabis, de donde surge que hasta un 80% de los productos derivados de cannabis elaborados artesanalmente con fines medicinales que se consiguen en mercados informales en la Argentina “no contienen cantidades suficientes del ingrediente farmacológicamente activo en su composición”.
Otro estudio, realizado en la Universidad Nacional de La Plata , muestra que en muchos de estos productos la concentración de componentes activos es extremadamente baja, agregó el directivo médico del laboratorio argentino.
“Muy positivo” para las farmacias
Según la presidente de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), licenciada María Isabel Reinoso, la posibilidad de que los pacientes en tratamiento médico con cannabidiol puedan adquirirlo como especialidad medicinal a precio accesible en las farmacias es un hecho “muy positivo”, que constituye además “el inicio de un camino”, porque el uso del cannabis medicinal “se va a seguir ampliando hacia el tratamiento de otras patologías” además de las consignadas en la especificación de la ANMAT.
“Vemos muy bien que los pacientes tengan alternativas farmacéuticas de origen nacional y que además posibilitan el acceso a todos, porque hasta ahora quienes necesitaban estos productos debían lidiar con costos que, hoy más que nunca, resultan inalcanzables”, agregó la farmacéutica bonaerense (M.P.14086).
Asimismo, señaló que la incorporación del CBD elaborado con procedimientos estandarizados por la industria al catálogo de las farmacias va en el mismo sentido en que vienen trabajando. “Los farmacéuticos siempre colaboramos con las autoridades sanitarias para poder facilitar el acceso a medicamentos de calidad y, como profesionales de la salud, estamos para garantizar la calidad en la dispensa”. En función de esos mismos objetivos agregó: “Faltaría incorporar este medicamento en el vademécum de todas las obras sociales”.
Futuro promisorio
Incluso para aquellas familias que resolvieron cultivar la planta de cannabis para poder obtener las esencias con que aliviar el padecimiento de sus hijos es un alivio saber que hoy pueden ir a comprar un producto de CBD de calidad certificada y máxima pureza en la farmacia de su barrio, sin tener que depender de circuitos alternativos.
La ANMAT aprobó en diciembre pasado el producto del laboratorio argentino Elea para el tratamiento paliativo de epilepsias refractarias –especialmente el síndrome de Lennox-Gastaut y el síndrome de Dravet– sobre la base de la fórmula aprobada en los Estados Unidos por la FDA para el tratamiento de las mismas patologías y de la esclerosis tuberosa.
Pero también existe en nuestro país el Registro del Programa de Cannabis (REPROCANN), que establece un listado oficial de la producción de derivados de la planta y a la vez habilita oficialmente a los médicos a recetar productos de cannabis como terapia para muchas otras dolencias en las que ya existen fuertes evidencias de su beneficio. Y autoriza a los pacientes, también, a cultivar la planta de cannabis y proveerse de productos derivados de uso medicinal en la medida en que los demanden para el cuidado de su salud.
Por esta razón, muchas obras sociales y servicios de medicina prepaga en el país ya ofrecen una cobertura del 40% para productos de cannabis en tratamientos médicos que no sean los especificados por la ANMAT (en los casos de epilepsia, la cobertura debe ser completa).
En abril el Ministerio de Salud añadió la categoría de “producto vegetal” para que los derivados del aceite de cannabis puedan estar disponibles en las farmacias. En este contexto, voceros del colectivo Cannabis Medicinal Argentina (CAMEDA) manifestaron que se trata de una situación “de compleja resolución”, ya que los pacientes necesitan poder acceder a productos “seguros y de calidad”, tal cual lo garantiza “la industria con sus normas y controles”.
“La vara alta que significan los estándares actuales de calidad farmacéutica en el CBD trae un manto muy importante de seguridad, no sólo para los médicos a la hora de disponer de estas herramientas de tratamiento, sino para los propios pacientes, porque les garantiza la calidad y les facilita el acceso, y para los prestadores, porque alivia los costos financieros”, sintetizó Deprati.