Para lograr esa diferencia en el agua de mesa envasada que comercializan tuvieron que perforar a unos 110 metros de profundidad, en un sector de su amplia planta ubicada sobre la céntrica calle Intendente Pons de Centenario. Fueron cuatro años de trabajo incesante para lograr que la fructífera extracción, resuene en el mercado y sea motivo de visitas de colegios primarios y secundarios de la ciudad.
Pero en todo proceso industrial, hay que sumar nuevas piezas para que todo funcione mejor. Sumaron dos enormes máquinas (en 2013) que generan el proceso de osmosis inversa y que operan en forma alternada (una como principal y la otra, un “back up”). Ambas están ensambladas en nuestro país pero sus componentes provienen de Israel, Alemania y Estados Unidos.
Tamaña inversión y de esa decisión a la actualidad, hay tranquilidad por la determinación “productiva”. Este proceso cumple a “raja tabla” con lo que dictamina el Código Alimentario Argentino, viva muestra es la etiqueta naranja que dice “baja en sodio”, distinguiendo a su producto principal y que está aprobada por Bromatología de Neuquén.
Además este año han automatizado la funcionalidad del envasado, esto les permite mantener un ritmo inmejorable de eficiencia. Son 750 bidones por hora y pueden llegar a unos 1.100. Este nuevo sistema alemán de “llenado” está presente solamente en tres provincias del país, uno de ellos, claramente lo tiene la Familia Fulciniti. Además ampliaron considerablemente la capacidad en sus racks (donde se colocan los bidones
antes de cargarse a los camiones),
El “share” de Aqualic siempre estuvo en el consumo familiar, en esa visita tan “aceitada” que hoy cubre las ciudades de Neuquén, Plottier, Cipolletti, Centenario y Cinco Saltos. Y a través de una red de distribuidores (algunos comercializan su otra marca Azulquén) su presencia se expande hasta Picún Leufú, Catriel, Fernández Oro y otras ciudades petroleras (Añelo, Rincón de los Sauces, por ejemplo).
Renuevan unos cinco camiones cada año, es su propia flota, que merece una mención especial. Seguro habitualmente te los cruzas “ploteados” con la marca Aqualic y desde hace unos meses, con la etiqueta “baja en sodio”. Son unos 25 utilitarios que salen a la calle desde muy temprano (hasta las 19.30 horas) y que luego descansan de esos “ajustados y pormenorizados” repartos domiciliarios.
La historia se remonta a finales de la década del 60’, cuando un “tano” conocido como Vito Fulciniti, comenzaba a forjar lo que hoy se convirtió en la empresa líder de agua de mesa envasada de toda la región. Fue primero una fábrica de soda en sifones y además era distribuidora de cervezas, vinos, gaseosas y otras bebidas. Ya en 1.961 en la licencia comercial se marcaría un hito verdaderamente creíble por el tiempo que transcurrió, todo fomentado por aquel esfuerzo italiano.
Nos venimos para acá en el tiempo, década del 90’, cuando comienzan a operar bajo la marca Mario Fulciniti (hijo de Vito), hoy un hombre de 60 largos que recuerda con orgullo como a los 14 años tuvo que tomar control de la “sodería” de su padre, afectado por una dolorosa hernia.
La etapa siguiente define la inclusión formal de sus hijos Mario y Cristian, esto es porque más allá de haber “nacido” en aquel viejo galpón, la empresa necesitaba modernizarse y adaptarse a los gustos imperantes de los nuevos tiempos. Ya la soda no era rentable y el agua de mesa envasada comenzaba a irrumpir en el mercado (97’/98’).
Fueron las nuevas estrategias y el management compartido por ambos hijos, que ayudaron a reposicionar el horizonte de la empresa y así experimentar un crecimiento exponencial que los llevó a contar con 100 empleados. Ya bajo una SRL, tomaron una decisión trascendental: erigirse como planta elaboradora, priorizando su propia
producción.
Esta decisión resultó crucial para los Fulciniti, tanto que merecía incorporarse y ser compartida con todos ustedes, en una tercera entrega de nuestra nueva sección, Bien de Familia.
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