Números lapidarios: por el COVID-19, el turismo regional perdió ingresos por $77.890 millones entre marzo y agosto

El balance es por los seis fines de semana largos perdidos por la cuarentena y las vacaciones de invierno. Incluye lo que se hubiera gastado en forma directa por turistas y excursionistas.

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El Covid-19 dejará un alto costo en uno de los sectores de más impacto en la distribución del ingreso entre regiones y entre segmentos socioeconómicos: el turismo. De acuerdo a un comunicado sectorial dado a conocer ayer por CAME, se estima que computando lo que dejó de ingresar en los seis fines de semana largos desde marzo hasta agosto y las vacaciones de julio, el impacto del COVID-19 en el turismo regional asciende a 77.890 millones de pesos, de los cuales 66.347 millones corresponden a mermas por turistas y 11.543 millones por excursionistas.


En todo ese período se esperaba que 11,6 millones de turistas y 19,7 millones de excursionistas se desplazaran por el país. El gran mazazo fue las vacaciones de invierno, cuando excepto unos pocos casos, la mayoría se quedó en su casa. En ese receso especial, se perdieron 41.000 millones de pesos, el 52% de la merma total del sector.

Hay que tener en cuenta que estos valores son sólo de los fines de semanas largos y vacaciones de invierno. Para tener una dimensión exacta del impacto en el turismo nacional, a esto se debe agregar el movimiento generado por congresos y convenciones; el turismo estudiantil y educativo (estimado en 100 millones de dólares); turismo social (por ejemplo jubilados); turismo corporativo, religioso, de salud, deportivo, etc.

El golpe al sector es, a esta altura, indisimulable. Porque se le suma el movimiento de cada día y cada fin de semana, de turistas locales e internacionales, recorriendo ciudades y paisajes del país. Con el impacto multiplicativo en el comercio y en las economías regionales. El alojamiento por día y por persona, en hotelería, es el activo más perecedero.

A diferencia de otros sectores, el perjuicio ya no se recupera. Por la dura situación económica que se espera en los meses siguientes, confiando en que se normalice la crisis sanitaria y la economía, se hace difícil hasta pensar en una temporada de verano fuerte.


El turismo deberá aguardar como mínimo hasta marzo del año próximo para posiblemente volver a los niveles pre-crisis, sin ninguna capacidad de recuperación de los ingresos perdidos.

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