Horacio Marín de la bodega Estilo 152 de General Acha (La Pampa), bodega que se conformó cuando cinco amigos, o buenos conocidos, (actualmente se transformaron en socios) y, que si bien se dedicaban a otras profesiones, comenzaron con el hobby en la elaboración del vino artesanal. Pero como en todo emprendimiento, cuando los avances por buenos resultados y la pasión pudieron más, la realidad de la premiación recibida hace pocos días atrás en el Centro PyME-Adeneu les hizo notar que se puede “hacer” vino en tierras de tradición ganadera.
“Empezamos con la elaboración de vino artesanal hace unos tres años atrás y hoy, recibir estos premios, nos hace pensar que estamos transitando el camino correcto, realmente estamos muy contentos de los logros que hemos obtenido”, indica Marín.
Si bien hoy cuentan con el asesoramiento técnico del reconocido enólogo mendocino, Alejandro Vignolo, es que la bodega en la actualidad está logrando elaborar diferentes varietales (Cabernet Sauvignon, que recibió mención especial, el Malbec que obtuvo Medalla de Plata, también Rosado Dulce, Tempranillo y comenzarán con los Blancos). Pero al momento de empezar, en la figura de Marín y uno de los cinco socios, su primo, cuando llegaron por otros trabajos a esa localidad pampeana de unos 18 mil habitantes, precisamente por venir de tierras mendocinas con una formación en enología, esa idea de elaborar vinos siempre estuvo latente en ellos.
El tiempo quiso que finalmente empezaran, porque luego de hacer más amigos en General Acha, de asentarse mejor también allí y conocer aún más la idiosincrasia del lugar, junto con dos “locales”, Alberto Ponce y Gustavo Zapa, todos docentes que con materias relacionadas netamente al agro y la ganadería (sabemos que allí este sector prima por sobre el resto), luego de entretener a los jóvenes del secundario en algunas clases experimentales elaborando vino, notaron que había un sentido de unión entre ellos.
Marín, como bioquímico, ya jubilado de la docencia en ese colegio secundario, suma a un colega de Buenos Aires, quien fomenta –ahora si son cinco socios- la idea de no perder ni dejar de lado la elaboración de vinos artesanales, incluso comienzan a notar que podría existir un “lado” comercial y fue así que decidieron formalizarlo.
Luego apoyados también en la Ley de Microemprendimientos del Gobierno de La Pampa, consiguieron una primera “ayuda”, porque desde el Estado se le ofrecieron a diferentes elaboradores tierras donde existe un viñedo experimental cercano al dique Casa de Piedra (que pertenece al Ente de Río Colorado). Allí comparten esfuerzos con otras bodegas como La Quietud (Santa Rosa), Lejanía (Gobernador Duval) y Bodega Del Desierto, pero en un futuro cercano piensan en tener sus propias tierras.
“De esta forma logramos que vengan otros capitales de otras provincias a invertir en esa zona de elaboración de vinos artesanales, extendiendo a unas cien hectáreas la capacidad que nos ofrecen en la actualidad para el desarrollo de esta actividad”, añade Marín. Digamos que de las primeras cinco hectáreas experimentales a la “inyección” económica proporcionada por otras dos bodegas importantes de Mendoza que compraron más lotes, es que sienten que se le está dando valor a otra actividad en esa provincia.
Desde Estilo 152 manifiestan que “la vitivinicultura en La Pampa ya es una realidad, no es raro ver cómo crece la producción que vemos en la actualidad, tenemos una excelente zona para elaborar, una amplitud térmica que la hace semidesértica, la cercanía al dique y que ciertos vientos hagan que la uva prácticamente sea orgánica, no hay plagas por ende no hay fumigación, y que comparada con otras zonas hizo tiene sus bondades”, analiza y, agrega el elaborador que “esta zona está para seguir explotándola, no por nada pusieron el ojo firmas grandes”.
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